29. nov., 2019

EL FOGON DE TRIFON

Cena de Viernes. Somos 6. Local antiguo y feo; realmente necesita una reforma, aunque seguramente como cuenta con una clientela fiel no se lo plantean.  La mesa que nos tocó estaba tan pegada a la pared que no nos podíamos sentar; tiene un comedor muy pequeño y a la entrada una barra. La mesa vestida muy sencilla pero con servilleta de tela. Si lo que buscas es glamour no vengas aquí porque esto no es más que una casa de comidas con estética pobre. El servicio (el propio Trifón) me resultó un poco agobiante porque, con el afán de ser amables y de colegueo (que lo son...), resultan muy pesados, demasiadas intromisiones e interrupciones a lo largo de la cena y sin embargo no estaban atentos de recoger los platos y vasos sucios o sobrantes de la mesa; todo esto hace que la mesa sea un caos y resulte difícil mantener una conversación seguida. Nos sentamos y nos traen de aperitivo una crema elaborada con calabaza y algún secretillo más ¡buenísima!, lo mejor de la cena junto con alguna otra cosa. La cena fue a base de entrantes y platos principales todos a compartir: Croquetas de morcilla (2.50/un.) que estaban bastante mediocres y de rabo de toro (2.50/un.) que estaban muy buenas, pero ambas con un rebozado un tanto vasto; unas setas variadas (19€) que estaban poco sabrosas y parecían un poco crudas; habitas con jamón y puntillitas (17€), éstas últimas no aportaban nada de sabor; huevos con jamón y patatas (12€), tipo huevos rotos pero muy flojos; albóndigas de carrillera (16€), no me gustaron; 1/2 callos (11€) correctos pero con poca consistencia; me gustan los callos picantitos, con más gelatina que dejan ese rastro en la boca y labios (no son mis preferidos ni mucho menos); Rabo de toro (21€) muy tierno y sabroso, de lo mejor de la cena. De postre no queríamos nada pero nos insistió en que pidiéramos la tarta de queso (8€) porque es muy original y -yo que soy fan absoluta de esa tarta- no hizo falta que me insistiera mucho para pedirla; esta tarta es un espectáculo, fluída, diferente porque lleva una cobertura de oliva (sí, como aceite de oliva denso) y está ESPECTACULAR; lo mejor de la cena sin duda. También pedimos una tarta de chocolate (8€) que no valía nada. Como final traen unos dulces parecidos a las corbatas cántabras pero más ricos aún (puro sabor a mantequilla) que las elaboran unas monjitas. En resumen: esta casa de comidas se ha quedado ligeramente trasnochada y su cocina no es nada destacable, si bien los precios son ajustados. No dispone de aparcachoches pero el parking está justo enfrente en la calle principe de asturias. Ayala, 144. 

Comentarios recientes

27.06 | 06:28

Me alegro que te haya gustado. Espero que la uses

27.06 | 06:13

Muy buena guía gastronomica!. Gracias.